lunes, 16 de febrero de 2009

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Más de veinte años hacía que no te subía. Lo recuerdas ¿verdad? Aquella vez iba acompañada. Guiada a través de tus caminos. Muy pocas veces me he permitido andar por tus senderos de sol sin andantes y he ascendido las pendientes traicioneras, los ríos de rocas que sucumben al pasar, fluyendo bajo las pisadas, deslizándose y haciéndome caer. Me costó vencerte... un poquito. Tampoco hay que exagerar. Tantas vidas has contemplado desde arriba, entre ellas la mía. Subir a ti para cambiar posiciones es algo que siempre reconforta, para que no seas tú por una vez quien me observe desde tu cielo y yo, pequeñita, te alce la cabeza en el llano de tus faldas. Cargada la cámara a la espalda y aferrada a tus muros, a tus grietas, cuidando cada paso para que no me venzas y me deje derribar. Lo cierto es que al fin en tu cima, recuperando oxígeno y equilibrio, sorpresivamente me la encontré ocupada. Alguien contemplada estático las extensiones de tus tierras.
Acaso buscando la soledad.
Al igual que yo.

1 comentario:

  1. Este es uno de los primeros poemas que te leí. La vida es tan rara que, a veces, buscamos la soledad y no la encontramos y, otras, nos viene impuesta por las circunstancias. Buscar la manera de ver las cosas desde otra perspectiva es útil e inevitable para una escritora.

    Besos. Fran.

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