martes, 23 de junio de 2009

Solos

A nuestras penas y tristezas
¿quién vendrá a consolarlas?
A nuestros sueños no cumplidos
¿quién vendrá a escucharlos?

¿Quién recogerá las horas de congoja
en el tiempo de agonía
y secará las lágrimas,
saciará el anhelo,
arropando el llanto,
destruyendo el miedo,
en el baile de las despedidas?

¿Quién consolará el dolor,
el dolor nuestro de cada día,
cuando expuestos queden en la batalla
de nuestras propias equivocaciones
el cuerpo quebrado,
el alma marchita
de soledad?

¿Quién nos brindará una rosa
en la mañana venidera
y sembrará el arroyo
sanador de heridas,
resarciendo pérdidas,
rescatando muertes
de la hoguera del olvido?

¿Quién alabará nuestro valor?
¿Quién reconocerá los méritos?
¿Quién nuestras virtudes?
¿Quién comprenderá el sacrificio?
¿Quién las razones?

¿Quién vendrá a compensarnos
en la espera infructuosa
por nuestro perpetuo esfuerzo
de seguir viviendo?

Para Mario