lunes, 31 de mayo de 2010

Entre crisis y políticos

Pareciera que el político tuviera por oficio,
más que gobernar o dirigir una nación,
el tirarle los trastos de continuo a su oponente
o el sacarle los dientes y obtener el beneficio
de su partido, de su hacienda, su local o su razón.

Siendo, como es -o debiera ser-, persona
además de capaz, de suficiente integridad,
resulta curioso que no sea competente
para lidiar en el trabajo al lado de su oponente
y saber valorarlo con justa objetividad.

No quisiera, con esto, como tiran en la lona
arrojar mi toalla ante la adversidad,
pero tan poca fe me inspira aquél que, a diario
sigue demostrando ineptitud para gobernar,
como aquél que se dedica a poco más que despotricar
incapaz de ver nunca nada bueno en su adversario.