viernes, 10 de diciembre de 2010

Comfortably numb

- El estado de bienestar… yo hace tiempo que habría mandado al cuerno ese estado de bienestar.


Amalia y Julia miran a Raquel, que sigue caminando hacia el bar, fumando un cigarrillo, como si no acabara de interrumpirlas.


Entran detrás de ella. Ninguna comenta nada. Se sientan a su lado en la misma mesa de siempre. Raquel apaga el cigarro contra el cenicero, como hace siempre, pero esta vez enciende otro y, reclinándose hacia atrás en la silla, prosigue:


- Os lo explicaré: Es esa sensación… como aquella canción de los setenta, ¿cómo se llamaba? Comfortably numb. Eso es. Yo diría que es como el estado de bienestar. Y no digo felicidad, porque la felicidad es estar por encima de eso. Así que dejémoslo en bienestar, o mejor dicho: en eso que la gente cree que consiste el bienestar.
Todo viene a partir de los… digamos treinta y pico o cuarenta. Ya estás casada, tienes hijos, un empleo estable, un marido que te quiere. Y de repente te das cuenta de que te han nacido responsabilidades hasta de debajo de las piedras. Responsabilidades con tu familia. Responsabilidades con tu trabajo. Hasta responsabilidades con tus amigos y vete a saber con quién más. Pero tú, lógicamente, sigues queriendo hacer cosas, tus cosas, igual que lo has hecho toda tu puñetera vida. Pero ahora no puedes hacerlas porque tienes que pensar en tus responsabilidades. Quieres salir, pero hay otras cosas que requieren tu tiempo y, por supuesto, debes ser responsable con aquello que tienes a tu cargo y, también, con aquél con quien te has comprometido. Y no hablo sólo del marido sino de cualquier persona que espera algo de ti. Una llamada de teléfono. La compra de algún artículo. Llevar a alguien en coche. Y no es que lo hagas a disgusto, ni mucho menos, pero te sigue quitando tiempo para tus cosas. Y como, por supuesto, eres responsable, dejas de hacer esas cosas que te gustan, porque son secundarias y no tienes tiempo que dedicarle. Así que te dedicas a lo importante. Sólo a lo importante. Y así, poco a poco, vas aprendiendo a aguantarte las ganas y a dejar para otro momento todo aquello que verdaderamente quieres hacer, aunque ese momento en realidad nunca llega. Y aquello que te fascinaba y a lo que antes acudías en el primer impulso, sin preocuparte siquiera si estaba bien o mal, ya no lo haces.
Antes, sólo sabías que querías hacer algo, que necesitabas hacer algo, y lo hacías. Y aunque a veces te equivocabas no importaba. Pero de repente ya eres mayor. No, no me refiero a la edad sino a hacerse responsable. Así que, como lo eres, ya no puedes ser impulsiva e irreflexiva. Ya no puedes ir por ahí haciendo lo que te da la gana. Todos esos impulsos te los tienes que aguantar, para adentro, sabiendo en realidad que nunca podrás llevarlos a cabo. Ya no te guías por tus deseos sino por tus deberes. Y cuando quieres mirar atrás te das cuenta de que a fuerza de aguantarte ya has perdido las ilusiones. Y se agotan, creedme. –Raquel aspira profundamente a través del filtro de su Ducados. Amalia y Julia la observan con atención. Ella les devuelve una mirada seria. Espira-. Pero lo peor de todo es cuando llega el momento en que tomas conciencia de que ya ni siquiera te importa. De que llevas aguantándote tanto tiempo que nada te importa. Y es entonces cuando puedes afirmar, con toda rotundidad, que absolutamente nada importa. Que ganar, es lo mismo que perder.

Eso es a lo que la gente llama madurar.

4 comentarios:

  1. Hola, Paulita. Ya ves que los humanos somos expertos en poner nombres sin adentrarnos a pensar en el significado. Te abrazo fuerte.

    ResponderEliminar
  2. Completamente de acuerdo, Susi. Ni en el significado, ni en lo que implica.
    Besos.

    ResponderEliminar
  3. Ok. Paula. Un indicio del deceso de nuestros anhelos, es el sosiego y que la existencia se convierta en una confortable tarde de domingo, solo agitada por el pensamiento de que mañana será lunes.

    Un abrazo no entumecido.

    ResponderEliminar
  4. Je, yo también (cuando maduré, supongo) escribí un artículo alusivo a esa canción de Pink Floyd. Igual tiene algo en común con el tuyo, no sé... Por aquí era http://garciala.blogia.com/2005/030701-comodamente-aplatanados.php - Que disfrutes de tu estado sea cual sea, maduro o inmaduro.

    ResponderEliminar