lunes, 16 de febrero de 2009

En el pupitre

Sentada en el pupitre, una niña de ocho años, repite la lección; entonando esa cancioncilla, a la par de veinte voces, que como una sola... Cuatro por una cuatro... Cuatro por dooos ocho... Cuatro por treees doce... Cuatro por cuatrodieciséis... Cuatro por cinco veinte...
Calla cuando todos callan. Obedece cuando debe obedecer.
Qué diligente esta chiquilla, comenta la profesora a otro profesor. Qué aplicada.
Malacostumbra a sus educadores. A resolver los problemas, a finalizar los exámenes impecablemente, a rellenar su cuaderno con los deberes traídos de casa.
La malacostumbran a ella.
Le hacen creer que la vida es eso: comprender las matemáticas; recitar de memoria los versos de Bécquer; aprender la interminable sucesión de reyes.
Nadie le explica que uno más uno a veces no suman dos, ni porqué el poeta necesitaba escribir esos versos, ni qué significan el poder, la avaricia, o la guerra.
La visión de su existencia se resume en una silla y una mesa. Unos libros y unas hojas. Un lápiz y unas notas.
Diez en geografía. Diez en naturales. Diez en química.
Qué fácil es aprender la lección escrita.
Pero quién, ¡ay pequeña! ¿Quién te enseñará a vivir?

1 comentario:

  1. He ido ha hacia atrás... ya ves... :)

    Me gusta la ternura y el sosiego de estos textos. Yo no les llamaría "perdida de tiempo" Hay que "recogerlos" con la misma delicadeza de como los construyes. ¿No te apena agruparlos así?

    Una sonrisa, para tí
    Montse.

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